NUESTRA DOCTRINA

La Iglesia Bíblica Bautista Fe es fundamentalmente bautista, bíblica, dispensacionalista, pre-tribulacional y pre-milenial. No somos una iglesia reformada, carismática, modernista o interdenominacional. Las siguientes doctrinas son un extracto de nuestros estatutos aprobados congregacionalmente en agosto de 2019.

 

LA BIBLIA

La Biblia es el libro de la fe cristiana único para revelar la existencia del Dios verdadero, su obra y voluntad para la humanidad. Conformada por el Canon de 66 manuscritos originales inspirados verbal y plenariamente por el Espíritu Santo, escritos por hombres santos formando armoniosamente la revelación de Dios y su mensaje de salvación para la humanidad, por lo tanto, son infalibles y dignos de confiabilidad. La Biblia contiene relatos históricos veraces de personajes verídicos, mandamientos, sabiduría de Dios, promesas del Señor y profecía. Fue escrita en diversas formas literarias para enseñarnos en nuestra percepción humana verdades celestiales y eternas. Las Sagradas Escrituras son la única autoridad espiritual y doctrinal para determinar nuestra fe y práctica, implicando el aspecto personal, familiar, eclesial y civil; en todas las facetas del mundo presente y de la eternidad. La interpretación de la Biblia debe ser determinada por todo el contexto literario en armonía con su autor el Espíritu Santo, quien da iluminación a cualquiera que lea y busque la verdad de Dios en su palabra escrita.
Ex 32:16; Mt 22:34-40; 24:35; Ro 16:25-27; 2 Ti 3:15-17; He 1:1-4; 2 P. 1:19-21.

 

El DIOS VERDADERO

El Dios de Israel es el único Dios vivo y verdadero, cuyos principales atributos de perfección le definen como eterno, santo, justo, misericordioso, omnipotente, omnipresente y omnisciente. Su nombre es revelado en Las Escrituras como YHWH, traducido a nuestro idioma como Jehová.

Dios es Espíritu, por lo que no hay imagen material que pueda representarlo. Se manifiesta en tres personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, con semejanza en divinidad y Trinidad, ejecutan en armonía distintos oficios en su gran obra desde la creación hasta la redención por lo que merecen la misma adoración, fe y obediencia.

Ex 3:13-15; 6:2-3; Dt 6:4; Is 40:25-28; Jer 23:23-24; Mt 28:19; Jn 4:24; 2 Co 13:14; Ap 4:8-11.

 

EL SEÑOR JESUCRISTO

Jesucristo es nuestro Salvador en el cual concurren la naturaleza divina y la humana, ambas en plena perfección y armonía. Tomo forma de hombre naciendo de María por obra del Espíritu Santo, con los propósitos de revelar a los hombres al Dios invisible y vivir una vida impecable para ofrecerse como sacrificio perfecto satisfaciendo la justicia del Padre.

Murió voluntariamente como sustituto por nuestros pecados, derramó su sangre en la cruz para lavarnos y comprarnos, estuvo muerto tres días judíos, resucitó corporalmente para ofrecer la vida eterna siendo victorioso sobre la muerte, el pecado y el Diablo.

Subió al tercer cielo corporalmente para ser el único mediador entre Dios y los hombres, abriéndonos un camino de reconciliación para llegar al Padre. Esperamos su segunda venida corporalmente visible.

Lc 1:26-35; Jn 1:1-4; 14-18; Hch 1:9-11; Ro 9:5; 1 Co 15: 3-8; 1 Ts 4:13-18; 1 Ti 2:5-6; He 7:22-25 9:14-15.

 

El ESPÍRITU SANTO

El Espíritu Santo como ser divino posee los atributos de la deidad manifestados en su personalidad y ministerio. Habiendo ministrado en la Creación, la inspiración de Las Escrituras, el nacimiento y ministerio de Jesucristo y en la obra de salvación.

El Espíritu Santo fue enviado a la tierra en representación del Señor Jesucristo después de su ascensión y será derramado sobre todo Israel en el nuevo pacto cuando el Señor reine en Sion.

Su ministerio personal es diverso dando poder espiritual en la predicación de su palabra, convencimiento en las almas para creer y obrando el nuevo nacimiento en los que creen el evangelio de Jesucristo. Bautiza al pecador convertido incorporándolo como miembro del cuerpo de Cristo. Habita y obra en los salvos sellándolos, santificándolos, fortaleciéndolos, consolándolos, enseñándolos, edificándolos, llenándolos y repartiendo los dones vigentes a cada uno como él lo determine.

Gn 1:1-5; Sal 139:7-18; Jl 2:28-29; Lc 1:35; Jn 3:5-8; 14:15-16; 16:7-15; Hch 5:3-4; 1 Co 12:1-14; Ef 1:13-14; 2 P 1:20-21.

 

LOS ÁNGELES

Dios creo originalmente en un estado de pureza a millares de seres espirituales incorpóreos para servirle, adorarle y cumplir su voluntad, entre los que se mencionan arcángeles, querubines, serafines y ángeles, su ministerio está organizado por órdenes siendo el principal el arcángel. El ministerio principal de los ángeles se desarrolla entre el tercer cielo y el mundo que habitamos. Son parte del plan de redención al haber traído el mensaje del nacimiento de Jesucristo, ministrarle y anunciar su segunda venida, ministrar a los herederos de la salvación y reunir a los escogidos de toda la tierra el día del juicio a las naciones. Uno de esos querubines llamado Lucero no guardo su estado de dignidad, habiéndose corrompido y arrastrado a una cantidad de ángeles. Dios le echó de su presencia y una vez caído se convirtió en el Diablo, Satanás o la Serpiente Antigua. Junto a otros ángeles caídos se convirtieron en demonios o espíritus inmundos, serán juzgados y Satanás será echado en el lago de fuego. El Maligno es el príncipe de este mundo y junto a los demonios se oponen a la voluntad de Dios, tentando a la humanidad para pecar y rebelarse contra Dios. Atacan a los salvos lanzando dardos de fuego, mentiras, maquinaciones y acusaciones. Los cristianos somos llamados a resistirlo en la fe sometiéndonos a Dios y soportar su influencia usando la armadura de Dios.

Gn 3:22-24: Sal 103:20; Is 6:1-3; 14:12-15; Mt 24:30-31; Lc 1:26-33; Jn 8:44; Hch 1:10-11; Ef 2:2-3; 6:10-18; Col 1:16; He 1:14; 12:22; 1 P. 5:8-9; 2 P 2:4; Jud 6,9; Ap 12:9-12; 20:10.

 

El HOMBRE

El hombre fue creado por Dios en un día literal dándole originalmente espíritu, alma y cuerpo perfectos, formado físicamente de la tierra con el hálito divino que le dio personalidad y semejanza a Dios. El hombre fue creado con el propósito de tener comunión con Dios y gobernar su creación. Como especie le instituyo la familia para procrearse y que la humanidad sirviera a Dios en su creación, por lo que biológica y moralmente el fundamento de la estabilidad humana es la sociedad formada por la familia entre hombre y mujer que amen a Dios. El hombre peco voluntariamente a través de la tentación de Satanás y la consecuencia más grave de haber desobedecido a Dios fue la muerte espiritual el mismo día de su pecado y la muerte física consecuente. Dicha condición es la que heredamos los seres humanos: somos pecadores por naturaleza y estamos muertos espiritualmente. El hombre sin arrepentimiento se constituye hijo de ira y desobediencia sometido al Diablo como padre. El hombre es pecador por naturaleza y decisión personal, pero tiene una conciencia de la Ley de Dios por medio de la cual puede creer en la existencia de un Dios Salvador, y por lo tanto recibir la fe justificadora que la da la salvación.
Gn 1-3; Jn 8:41-44; Ef 2:1-6; Ro 1:18-2:1-16; 3:9-26; 5:12; 1 Ts 5:23.

 

LA SALVACIÓN

La salvación es tener la vida eterna con seguridad de estar en la presencia de Dios cuando se muera sin temor a ser condenado, es la liberación de la esclavitud del pecado por la sangre de Cristo, es vivir con una nueva naturaleza espiritual al ser engendrado y adoptado como hijo de Dios. La salvación se obtiene solo por medio de la fe en Jesucristo, la gracia de Dios es suficiente para salvarnos. Para ser salvos es necesario ejercer fe en Jesucristo crucificado, resucitado y glorificado, el fruto de la verdadera fe se manifiesta cuando un alma arrepentida de sus pecados invoca a Jesucristo como su Salvador personal.

Cuando un alma recibe a Cristo como su Salvador, obtiene gratas bendiciones como la redención (ser liberado o rescatado), la justificación (ser declarado justo o santo), la regeneración (nacer de nuevo espiritualmente), la reconciliación (ser restaurado al favor de Dios), la adopción (recibir la posición legítima de hijo de Dios), la santificación (obtener un estado de pureza), y la seguridad de su salvación; la cual se fundamenta en la suficiencia de Cristo y no en nuestras justicias, en haber sido sellados por el Espíritu Santo y ser guardados por el poder de Dios mediante la fe.

La salvación del cristiano se culminará cuando su cuerpo corruptible sea transformado a la semejanza del cuerpo glorioso de Cristo cuando sea arrebatado o resucite en su segunda venida.      

Jn 1:9-13; 3:16-18; 3:36; 6:60-71; 10:27-29; Hch 17:30-31; Ro 3:21-28; 6:20-23; 8:14-17; 10:8-17; 1 Co 15:51-54; 2 Co 5:17-21; Ef 1:3-14; 2:1-10; Fil 3:20-21;  1 Ts  4:16-17; 1 Ti 2:3-6; Ti 2:11; 3:3-7; 1 P 1:2-5; 1:18-19; 2 P 3:9; 1 Jn 3:1-2.

 

LA IGLESIA

La iglesia de Jesucristo es la asamblea o congregación conformada por los redimidos por Cristo. La iglesia está organizada visiblemente en localidades donde la cabeza es Jesucristo. Cada iglesia local es autónoma en gobierno y ministerios, sometida a Jesucristo a través de la autoridad de su Palabra.

Los miembros se añaden voluntariamente por haber recibido a Cristo para salvación y por haber sido bautizados bíblicamente. La iglesia debe sustentarse por los diezmos y ofrendas voluntarias de los miembros.

Los propósitos principales de la iglesia son adorar a Dios, edificar la fe personal de los salvos, defender la fe, ministrar los dones vigentes que ha dado el Espíritu Santo y hacer discípulos en todas las naciones. En sentido práctico la iglesia se congrega fielmente para la enseñanza y predicación bíblica, se edifica mutuamente, hace oraciones, practica las ordenanzas, coopera con las misiones extranjeras y predica el evangelio a las almas.

La Biblia enseña que la iglesia debe adorar a Dios en espíritu y en verdad, con salmos, himnos y cánticos espirituales; por lo que debe separarse de la música mundana modernista o folclórica y la música cristiana contemporánea con influencia humanista y falsa doctrina.
Las dos ordenanzas vigentes representan simbólicamente a Jesucristo: El bautismo representa la muerte, sepultura y resurrección de Cristo, el bautizado representa la muerte de su viejo hombre y el testimonio de la nueva vida recibida por la regeneración del Espíritu Santo. El bautismo se administra en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo ante la congregación. La Cena del Señor conmemora el cuerpo y la sangre de Cristo ofrecidos en la cruz como sacrificio sustitutorio por nuestros pecados, por lo que los elementos son pan sin levadura y mosto sin fermentar. Los participantes de la Cena del Señor deben ser salvos, bautizados bíblicamente y deben examinarse personalmente para honrar el sacrificio de Cristo.

Los oficiales de la iglesia son pastores varones (también denominados ancianos y obispos) y diáconos. Los pastores deben ser llamados al ministerio y establecidos por Jesucristo, ordenados por la imposición de manos por un Consejo Pastoral. Los diáconos son inmediatos auxiliares de éstos. Ambos deben ser idóneos en testimonio cristiano y madurez doctrinal.

La iglesia tiene propósitos espirituales, por lo tanto, debe existir separación del estado sin implicar acuerdos de influencia política o civil. La iglesia debe orar por los jefes de estado con respeto y procurando bendición espiritual para sus vidas. También debe cumplir las leyes pacíficamente sin comprometer principios bíblicos.
La iglesia local es guardadora de los fundamentos bíblicos históricos, por lo que no debe fraternizar con el ecumenismo, ni con denominaciones evangélicas liberales o modernistas, ni con federaciones o concilios que promueven una doctrina falsa (que usan textos bíblicos fuera de contexto y contradicen la doctrina armoniosamente contextualizada), ni con asociaciones o entidades que promueven principios antibíblicos.

Mt 7:21-23; 16:16-18; 22:18-21; 23:23; 26:17-29; 28:18-20; Hch 2:38-42; 4:19-20; 6:1-7; 20:17-28; Ro 6:1-6; 12:4-8; 13:1-8; 16:17-18; 1 Co 9:7-14; 11:23-34; 2 Co 6:14-18; Ef 4:11-16; 5:19-20; Fil 4:14-19; Col 1:18;1 Ts 5:12-13; 1 Ti 2:1- 4; 2:11-14; 3:1-13; 15; 4:14-16; 6:3-5; Ti 1:5-9; 3:1-2; He 10:23-25; 13:7,17; 1 P 5:1-4; 1 Jn 4:1-4; 2 Jn 7-11; Jud 3.

 

EL ORDEN DE LOS TIEMPOS

Creación: La biblia relata la creación hecha y formada en seis días literales por obra del Dios trino con el poder de la Palabra de Dios, dando origen y orden al planeta tierra. La creación de la vida fue realizada por el poder inteligente de Dios en diversas formas marinas, avíales y terrestres, cada una creada según su especie para vivir en un ecosistema conjunto. De acuerdo con las genealogías hasta Adán la edad de la tierra es de aproximadamente 6000 años sin implicar ningún proceso evolutivo en las especies o en el ser humano.

Gn 1-2; Ex 20:11; Jn 1:1-3; Ro 1:20; Col 1:13-17; He 11:3.

 

Israel: Dios llamó a Abraham para formar de él una nación para bendecir a todas las familias de la tierra. De su descendencia proviene el pueblo hebreo formado por doce tribus, por medio de la tribu de Judá se encarnó nuestro Señor Jesucristo. Después del arrebatamiento y la gran tribulación Israel será asediado militarmente por las naciones, el Señor Jesucristo vendrá para vencerlas en la batalla del Armagedón, salvará a todo Israel, establecerá su reinado mesiánico en toda la tierra desde Sión por mil años literales y regirá a las naciones con vara de hierro.

Gn 12:1-3; 49:8-13; Sal 2; Zac 14; Ro 11:25-27; He 7:14; Ap 16:12-16; 19:11-16; 20:4.

 

Iglesia: Desde la ascensión de Jesucristo resucitado su iglesia aguarda la esperanza bienaventurada, cuando Cristo venga los salvos en vida serán arrebatados y transformados, y los salvos que han muerto en Cristo serán resucitados para que toda la iglesia esté con Cristo. Mientras tanto, las almas de los muertos en Cristo están en la presencia del Señor. Una vez arrebatada la iglesia al cielo, los salvos daremos cuenta de nuestra vida cristiana y recibiremos galardón o pérdida de recompensa, celebraremos las bodas del Cordero y serviremos al Señor eternamente.

1 Co 3:10-15; 15:51-57; 2 Co 5:6-8; Fil 1:21-23; 1 Ts 4:13-18; Ap 19:1-10.

 

Juicios: Todo juicio pertenece al Hijo quien juzgará conforme su Palabra. Los juicios principales por cumplirse son: 1. El Tribunal de Cristo, donde los salvos serán juzgados para recibir galardón o pérdida de recompensa. 2. El juicio de las naciones en la venida de Cristo a la tierra para establecer el Milenio, donde separará a sus ovejas (salvos perseguidos en la gran tribulación) para darles el reino y condenará a los injustos al castigo de fuego eterno. 3. El juicio de la humanidad entera en el trono blanco, en el cual será juzgada por sus obras y serán lanzados al lago de fuego los que no tengan su nombre en el libro de la vida. 4. El juicio contra los ángeles reservado para el día de Cristo. 5. El juicio contra el Diablo, atado mil años en el abismo y después echado en el lago de fuego junto a la Bestia y al Falso Profeta.

Mt 25:31-46; Jn 5:22,27; 12:47-48; Ro 14:10-12; 1 Co 3:10-15; 2 P 2:4; Jud 6; Ap 20:1-3; 7-10; 11-15.

 

Resurrecciones: La primera resurrección de vida, en la cual la segunda muerte no tiene potestad sobre los resurrectos, incluye a los salvos resucitados en el arrebatamiento, los salvos resucitados de la gran tribulación y los salvos resucitados en el Milenio. La resurrección de condenación será ante el gran trono blanco, donde los no salvos serán juzgados solo por sus obras sin que sus nombres estén inscritos en el libro de la vida.

Las almas de los que mueren guardan un estado consciente sea de salvación con Cristo, o de tormento en el infierno. La resurrección unificará al ser humano para continuar con cuerpo, alma y espíritu en su correspondiente estado eterno. Ec. 3:11; Jn 5:28-29; Lc 16:19-31; 23:39-43; 1 Co 15:51-57; 2 Co 5:6-10; Fil 1:21-23; Ap 14:9-11; 20:4-6; 11-15; 22:1-5.